viernes, 29 de abril de 2016

Pasos y sombras en la noche (Relato de terror)



Autor:  Francisco Ramón Delgado López


Habían cerrado los paraguas antes de entrar, y parte del agua que habían soportado, se deslizó por el mármol gris que había bajo sus pies. Sus chubasqueros también chorreaban, oscureciendo y humedeciendo el suelo. El brujo, que lucía una poblada y descuidada barba negra, que le confería un aspecto feroz e intimidante, sacó un antiguo grimorio que portaba en la mochila de color marrón claro, que colgaba de su hombro derecho. Pasó algunas páginas, y se puso a recitar un sacrílego conjuro, semiolvidado por el paso de los siglos.

-¡Acude a mi, Belcebú, señor de las tinieblas! Yo, tu humilde siervo, te convoco para que te hagas presente, y permitas que el alma torturada de la difunta Emma Wattles abandone tus dominios, y vuele libre hasta la luz. ¡Déjala libre! ¡Oh, mi señor Belcebú, y deja que su espíritu abandone su cuerpo muerto hasta que vuelva a encarnarse en él, al final de los tiempos!


Poco después de pronunciar estas palabras, aparecieron detrás de ellos tres sombras de humo negruzco y hediondo. Un intenso y penetrante olor a azufre llenó la estancia. Las horribles sombras se transmutaron y se hicieron densas y corpóreas ante sus ojos asombrados. Tres monstruosos demonios, coronados con largos cuernos retorcidos hacia atrás, todo el cuerpo cubierto por un espeso pelaje negro, y grandes alas extendidas como las de un murciélago, hicieron acto de presencia en la alargada y amplia estancia del antiguo y fúnebre panteón.

-Te equivocas, sucio hechicero. La mujer pertenece a Belcebú, el señor a quien servimos. Nadie que haya recurrido a él, podrá volver de nuevo a la luz. Ella ya se ha convertido en una de sus hijas predilectas, y lo seguirá siendo hasta el final de los tiempos.

-Pero... no puede ser, abominables seres del averno, su alma debe ser libre otra vez... -Balbuceó el nigromante con voz temblorosa y entrecortada.

-¡Cállate ya, estúpido e inútil brujo ignorante! Hay muchas cosas ocultas que desconoces del mundo de las sombras! -Seguidamente, uno de los demonios lo cogió por el cuello, y lo lanzó con inusitada fuerza contra la pared del fondo del pabellón funerario, y cayó posteriormente al suelo con la parte posterior del cráneo destrozada, muerto al instante.

-Y tú, mujer, harás bien en alejarte de aquí y no volver nunca más, si quieres conservar tu insignificante y frágil vida.

Acto seguido, las tres formas demoníacas se volvieron a difuminar, a disiparse, a volverse a transformar en un maloliente y denso humo negruzco, y luego desaparecieron como si nunca hubieran estado allí.

Tan sólo dejaron como prueba de su paso por el mundo terrenal un hedor nauseabundo, y a un hombre de mediana edad con la cabeza destrozada, que inmediatamente, y de forma inexplicable, comenzó a ser devorado por las larvas de insectos con voracidad insaciable. Y también a una joven mujer, aterrada, que salió precipitadamente, corriendo como una loca bajo la pertinaz y fría lluvia, para escapar cuanto antes del lúgubre cementerio. El cuerpo del que en vida había sido vidente, medium y nigromante aventajado, quedó convertido en escasos instantes, en un esqueleto cuya boca descarnada quedó abierta en lo que parecía una siniestra y macabra sonrisa de ultratumba.

© Francisco R. Delgado

Fragmento de la novela: Pasos y sombras en la noche

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