viernes, 29 de abril de 2016

Palabras del corazon (Poemas de Amor)



¿Cuándo fue la última vez que sentiste que la piel se te erizó?

Recuerdas aquella vez, en ese lugar específico, en donde no esperabas conocer a alguien importante, únicamente querías compartir un momento y de repente apareció alguien.
Era el, era ella, una coincidencia de la vida, un momento fugaz, una mirada cautivadora y alguna que otra intromisión. 

Recuerdas que empezaste a hablar con ese ser, salieron dos o quizá muchas veces y te diste cuenta que desde aquel momento en tu pensamiento no había otra cosa en que repasar, más que en su piel, su rostro, su mano delicada y la firmeza de sus palabras.
Entonces, aunque paso muchas historias de momentos, que pudieron ser felices, también hubo desesperación. Algunas veces el color del cielo era gris y otras veces torno gris.
Posiblemente hubo que tomar determinaciones, elegir entre una sabia decisión no importa si fue buena o mala, simplemente coincidió en el corazón.

Al pasar del tiempo, un poco menos o un poco más, no importa la medida, como el agua clara, se fueron viendo algunas piedras y una que otra lama verde.
Entendiste que se podía beber el agua y dejar algunas piedras, que aunque no las viste por la tempestad, ahora eran más claras.


En alguna parte de tan maravillosa experiencia, encontraste que era posible, erizarse la piel todos los días y elegir nunca dejar de sentir.
Querido lector, un momento fugaz se puede vivir en cualquier momento, podemos conocer a una persona en cualquier circunstancia, por ejemplo: un baile, un amigo, tal vez una cena e incluso una controversia. Tal cual como una coincidencia que no amerita explicaciones y que a la larga tampoco interesa saberlas. Entonces sucede, -como me ha pasado a mí-, que puedes incrustar en tus pensamientos la fiel imagen de alguien que te robo una parte de ti, que ya no era alguien en un solo momento, era alguien en todo momento, que puede o no convertirse en tu más anhelada compañía o tal vez en una corta historia. 

Tomamos determinaciones, cuando sabemos que podemos llegar a un punto y para ella necesitamos algo más que convicción, seguridad. Esa seguridad que no se ve cuando el agua es turbia, es decir, cuando se están a flor de piel los sentimientos, sino cuando en el cambio llega la paz de nuestra vida y aclaramos nuestra agua para dejar ver todo lo que llevamos dentro. Desde nuestros más hermosos sentimientos hasta nuestros pesados defectos. 

Somos nosotros mismos, quienes podemos vernos en el agua. Ver a través del agua de alguien más sus piedras y así saber que podemos compartir, hasta qué punto somos capaces de intercambiar.
Cualquiera se eriza la piel, al tocar y sentir algo por medio de nuestros sentidos, pero, a veces es necesario saber si queremos ser erizados para toda la vida o simplemente por un solo momento.


...AnimaPoetam!...

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