viernes, 29 de abril de 2016

EL CAMINO (PARTE 2)



EL CAMINO (PARTE 2)

Fue una noche que mis temores se hicieron realidad, esa noche en particular estaba muy obscura por la mañana había llovido y no había luna, estaba nublado y había niebla por todos lados, haciendo que todo el camino se llenara de una atmósfera mas perturbadora, a mitad del camino había una empalizada que había sido llevada por la lluvia, que me impedía continuar, tendría que rodear y llegar a casa de Mardonio por un camino aledaño aun más estrecho y entre arboles, mi corazón comenzó a latir y una sensación de claustrofobia me invadió, no se escuchaba ningún ruido, solo veía a lo lejos el candil de la casa del viejo, corrí hacia él y al llegar, toqué la campana para que me atendiera rápido, pero no salió, comencé a buscarlo por los alrededores, y fui a la parte trasera de la casa para ver si lo veía, el lugar estaba vacío, pude ver los atados de leña en el fondo y tome uno, antes de salir me di cuenta que el cuartucho donde dormia Mardonio estaba llena de cosas raras, cráneos de animales y hierbas de todas clases, un enorme perol con algo hirviendo y pedazos de piel que parecían ser de cerdo regados por todas partes, no quise ahondar más y me fui de ese sitio. 




El regreso se me hizo más pesado, mis pies llenos de lodo y el peso de la leña me impedían avanzar, entonces mis sentidos se alertaron ante una sombra que se movió de entre las ramas, mi corazón se aceleró y comencé a sudar y a respirar con dificultad, escuché el sonido de un animal detrás de mi y no quise voltear, pero al escuchar de nuevo más cerca tuve que hacerlo, fue entonces que mi imaginación y mis pesadillas tomaron forma, entre las ramas caídas de los arboles estaba una figura negra, tiré la leña y saqué una pequeña lámpara de llavero, ilumine con la tenue luz y el terror me invadió, era una criatura horrible, entre animal y hombre, tenia extremidades largas y delgadas y unas manos con dedos largos y garras, su piel parecía aceitosa y con pelambre y un par de ojos que ardían en la obscuridad, no tenía una forma definida, era una mezcla de animales con rasgos humanos, emitió un gruñido y comenzó a caminar lentamente apoyado en sus cuatro extremidades, lentamente retrocedí y comencé a correr con todas mis fuerzas, y sentía que esa cosa venia tras de mí.

Corrí desesperado por escapar de aquello, pero lo podía sentir atrás de mi, sentía su aliento en mi nuca, sentí como algo lograba alcanzarme y un ruido de algo romperse, cuando llegué a la carretera y a la salvación mi corazón estaba a punto de estallar, me dolía el estomago y comencé a vomitar, como pude llegue con mi tío y le conté lo que me había pasado, me reprendió por no haber traído la leña y me castigó por haberlo desobedecido, me dirigí a la casa, a mi cuarto y noté algo que me heló la sangre, mi camisa estaba rota de la espalda algo la había desgarrado desde la nuca hasta la espalda baja, como si una garra afilada me hubiera tratado de agarrar, eso me asustó todavía mas, y me puse bastante mal, esa noche no pude dormir, veía a través de la ventana aquel camino, esperando ver esa figura, a la mañana siguiente mi tío me mandó a mi casa, no quise quedarme más en ese lugar, llegué a Valles enfermo y lleno de miedo.
Nunca regresé con mi tio, no le conté a mis padres lo que había pasado, me habrían reprendido por mentiroso, viví atormentado desde ese entonces, el miedo me había quebrado, por las noches me era imposible dormir, no salía a la calle y dejé de dormir, toda esa situación me enfermó gravemente de los nervios, al grado de querer suicidarme en varias ocasiones, fui creciendo y mis temores fueron quedando atrás, entré a la secundaria, empecé a jugar futbol, a manejar y a salir con jovencitas, los años pasaron y de alguna manera se me olvidó lo que acechaba en la obscuridad, el recuerdo aun permanecía en un lugar perdido en mi mente, pero era un recuerdo de mi infancia.
Fue hasta el año 2006 que tuve que volver y recordar aquel momento, mi tío había muerto, mi padre y yo fuimos a su funeral y después de enterrarlo, la esposa ofreció una merienda en su casa, el vivero seguía igual a pesar de los años, la casa de mi tío era más grande de lo que recordaba y entonces pensé en Filemón y Jaziel, fui a su casa para visitarlos y me encontré con un Filemón ya casado y con 5 hijos, no me recordaba pero conforme íbamos platicando me contó muchas cosas, hasta que pregunte por Jaziel
-¿Oye y tu hermano como esta? Jaziel-

Su cara cambió de alegre a perturbado, me miró con seriedad y se levantó de la mesa y tomó su café, le dio un sorbo y me empezó a contar
"Poco después de que tú te fuiste, Jaziel desapareció, había ido por leña con el viejo Mardonio y ya no regresó, fue una noche, al día siguiente comenzamos a buscar por todos lados, en la ciénega, en los cerros, en el ojo de agua, en ninguna parte lo hayamos, hasta una semana después, cerca del cerro en aquel lugar donde íbamos a buscar conejos, yo y mi papa lo encontramos, estaba entre los árboles, su cuerpo fue desgarrado, sus extremidades habían sido arrancadas dejando jirones de piel, su cabeza estaba aplastada con los ojos salidos de sus cuencas y había un reguero de sangre y vísceras por todos lados, solamente sus pies no aparecieron, la policía dijo que había sido un animal; imposible, los conocía a todos y no existía ninguno que hiciera ese daño, no quisieron ahondar más, fue después que encontramos lo que mató a mi hermano y le dimos muerte..."
Después de esa platica me levanté de la mesa y me despedí de Filemón, el cual se quedó viendo al cerro sin decirme nada, mientras regresaba a la casa de mi tío, pensaba que el pequeño Jaziel no había tenido tanta suerte, la obscuridad lo consumió, miré el camino donde había tenido aquella experiencia, un montón de recuerdos regresaron a mí, mis piernas comenzaron a temblar y miré a lo lejos, el camino ahora tenía varias casas alrededor, no era más un lugar solitario, quise vencer mis miedos, y caminé por esa calle, aun era terracería, pero no estaba deshabitado, caminé por un rato y no encontré el Jacal de Mardonio, el señor de la leña, en cambio había una parcela con caña sembrada, a un lado había una casa de material con unos niños jugando y un viejo sentado en una gran piedra, le pregunté que había pasado con el señor Mardonio, se me quedó viendo con unos ojos de ira y recelo, escupió una flema asquerosa y le dio una calada al cigarro que traía y me dijo firmemente. 

-A ese cabrón lo matamos hace años allá en el monte, mi hijo le metió dos plomazos, ya debía muchas, después de la muerte de varios niños nos dimos cuenta que era un pinche nahual, lo cazamos hasta que dimos con su madriguera allá en el cerro, quemamos su casa y todo, mi hijo dice que también quemo su cuerpo allá en el cerro...-
Sin decir nada, me di la media vuelta y comencé a pensar que me había salvado aquella noche, había escuchado leyendas y dichos sobre los nahuales, nunca pensé que fueran ciertos hasta ese día, fui por mi papa y nos regresamos a Valles, nunca más regresé a aquel sitio...
Eduardo Liñán

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